Tras ocho años trabajando en La Muguiroarra, haciendo cada día practicamente lo mismo, el cierre del cliente mayoritario de la empresa que dejó a 170 trabajadores en la calle el pasado mayo, me obliga hoy a abrir una nueva etapa, con la incertidumbre de quien empieza de nuevo a caminar sin rumbo, pero con la satisfacción de quien ha crecido aportando toda su ilusión y esfuerzo a un proyecto que espero pueda remontar el vuelo y continuar otros cien años.
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