Con K de Karlos

Cuando todavía no había nacido, mis primas Belloso querían que me llamase Andoni, pero eso a mitades de los setenta era algo tan extravagante cómo irse a vivir “arrejuntau”, así que mis padres optaron por algo más clásico Carlos.

Creo que desde que tengo uso de razón, o desde que me acuerdo al menos, he escrito Karlos con K, desconozco el motivo por el que empecé a escribirlo así, pero me estaba acordando que con 12 años la profesora de francés Mª Dolores Alcaine, me decía que era un hortera y que no me corregía los exámenes si no escribía bien mi nombre, manda cojones que me dijera esto una señora que nos hacía llamarle Loli.

Para mi gusto la letra k tiene aplomo, solidez y mucha más fuerza que la C, a pesar de que ahora la gente la use para economizar caracteres en sus mensajes de texto, cosa que me da bastante rabia.

En 1995, decido dar un paso más y cambiar el nombre en el Registro Civil para que en todos mis documentos aparezca Karlos, para eso necesito que Euskaltzaindia (Real Academia de la lengua vasca) certifique que la traducción al euskera de Carlos es esta. En aquel momento no existía constancia de que Carlos tuviese traducción alguna, supongo que porque a lo mejor es algo tan absurdo cómo apellidarse Gartzia Karmona. Tuvieron que certificar que la adaptación ortográfica del nombre al escribirlo en euskera era utilizando la letra K, y así pasé a ser el primer Karlos con K oficial sino del planeta al menos del Estado, antes incluso que Arguiñano.

A partir de aquí he creado una marca, si a cualquiera de vosotros os dejan una nota con algo así cómo  llama a  Javier urgente, seguramente diréis, ¿a que Javier?, pero si os dejan la misma nota y dice llama a Karlos urgente, la duda estará disipada. Incluso en mi época de Consejo Nacional de CRJ creo que de alguna manera en Madrid perdí el apellido, allí era Karlos con K para mucha gente.

No sé, seguramente penséis que es una tontería pero la K de Karlos es ya mi seña de identidad propia.